(Tutoría
de Rafa Castañer con el ilustrador
Carlos Saldarriaga)
Los alumnos que se acercan a mi para que les acompañe y
ayude en el contexto de las Tutorías, son en general muy distintos y vienen de
diferentes ámbitos, pero todos coinciden en llegar con demandas muy concretas y
personales.
Carlos Saldarriaga, es un dibujante e ilustrador con el que
trabajé este año anterior. Carlos llegó
a contactar con migo, a través de mi trabajo, y el día que nos entrevistamos
por primera vez, me expresó que disfrutaba de la intensidad, del sentido del juego y
libertad que veía en mi obra.
-Mira Rafa: Yo
trabajo profesionalmente con el dibujo, y me gustaría encontrar más espíritu de juego en
mi día a día. Necesito divertirme más y mejor, y poder integrar todo ese aprendizaje en mi realidad laboral.
¿Cómo lo ves?
Con esta intención clara y contundente por parte de Carlos,
diseñé ejercicios y experiencias que articulasen su llegada a un objetivo
complejo en realidad. Quizás el mayor reto que tenía delante era conseguir
explicar de forma vivenciál y compartir, la idea de que la diversión, el
espíritu festivo y desacomplejado es una forma de conectar emocionalmente con
tus dibujos, contigo, y que acompañado de trabajo y compromiso, propone un
estado activo y placentero, que da como fruto, obras potentes por que han sido
creadas desde esa conexión real. Desde la presencia completa, desde la
consciencia y la acción a la vez. Diversión y trabajo, emoción y razón, no son
opuestos que se niegan cada uno desde su posición, actitudes en conflicto, son
sólo partes del tejido, de la red que sostiene la actividad creativa,
comprendida como el ejercicio pleno de la potencia que guarda su dueño.
La mitad del trabajo que realizamos con Carlos, tenía que ver con la improvisación y el dibujo del natural. Dedicamos una sesión completa de tres horas a recorrer el barrio de Gracia con unos sencillos carboncillos y ver donde y como podíamos intervenir en el espacio.
No llegamos mas lejos de la vuelta de la equina de mi taller, por que era realmente una experiencia muy estimulante y llena de humor y las posibilidades de distintas acciones se multiplicaban por docenas... Encontramos además un elemento con el que no contábamos, los demás, la interacción de la gente de la calle, que se paraba a interrogarnos, opinar o sugerir.
Dedicamos por lo menos tres sesiones a tomar apuntes de personas que cruzaban el semáforo de la calle Diagonal a la altura de Paseo de Gracia (Barcelona). Nos sentábamos, instalados en sillas de camping, en mitad de la isla que queda en el centro del cruce y capturábamos a los a la gente que se quedaba aislada esperando a que se pusiese otra vez en verde para los peatones. Siempre trabajamos sobre la "Enciclopedia Británica" con tintas y rotuladores permanentes, por la pura diversión de ver que asociaciones enloquecidas hacíamos con las páginas intervenidas en clase.
DOBLE EXPOSICIÓN DE MI ALUMNO DE TRECE AÑOS JORDI SAGALÁ:
Cuando: 30 de Junio 2012
PARTE 1
Libreria Fatbottom. (Carrer de Salvà, 19 08004 Barcelona)
18:00 h
PARTE 2
Galeria Alegria. (Carrer del Consell de Cent, 159 08015 Barcelona)
21:00 h
“Dibujar, es lo que me libera”.
Así explica Jordi nuestras clases y su
trabajo.
Previo a la exposición en su galería Sebas
me pidió que escribiéramos, profesor y alumno, un pequeño texto para la
exposición.
Cuando informé a Jordi, se sentó tranquilo
y dejó pasar un largo minuto antes de contestarme con otra pregunta:
-Jordi: ¿Puede ser una sola frase?
-Rafa: Mmmmmm, si, puede ser.
Cogió papel y lápiz y me entrego estas
seis palabras incontestables. Se puede explicar más, pero no
mejor.
Este es mi texto para Sebas y por
extensión, una carta abierta para Jordi. No está ordenado cronológicamente.
Está ordenado en relación a la progresiva toma de consciencia de alumno y
profesor, dando luz a cada momento clave en que algún aspecto de nuestro aprendizaje
se haya definido.
Lo más importante del trabajo de ser
profesor es saber escuchar. Lo más importante del trabajo de ser alumno es
saber escuchar.
1.Contacto.
El padre de Jordi tiene una bodega. En la
bodega hay dos mesas muy pequeñas, bajitas, muy cómodas para dibujar. Además me
gusta la música que suena, la cerveza es barata y el vermuth de la casa
estupendo. Todos estos elementos conjuntados hicieron de estas dos mesas una
prolongación natural de mi estudio.
Muchas veces Jordi se sentaba cerca y me
miraba trabajar. Con el tiempo su compañía se llenó de preguntas. Y con más
tiempo aun, alguna vez se ponía a dibujar a mi lado. Finalmente su padre me
propuso que le diera clases los sábados por la mañana y así empezamos.
Por entonces Jordi contaba con once años y
su objetivo era ser capaz de dibujar “bien” lo que veía. Poder trasladar lo que
tenía delante de una forma más o menos realista.
Durante un año nuestras clases fueron
sesiones de apuntes del natural en distintos sitios de la ciudad. La luz, el
volumen, la composición, la perspectiva y por encima de todo la verosimilitud
de lo explicado en el papel eran sus preocupaciones naturales.
De vez en cuando abríamos partida y
dedicábamos una o dos sesiones al collage, sin ninguna intención ni búsqueda concreta.
Pero enseguida volvía a recordarme cual era su demanda y por lo tanto cual
tenía que ser mi trabajo.
-Jordi: No… si esto está quedando guapo y
es divertido, pero es que yo lo que quiero es dibujar bien de verdad!
-Rafa: Ok, no hay problema, tu mandas.
Con el tiempo tomó confianza en su paciencia
y capacidad de concentración y certificó que SI podía dibujar bien.
Él decidió que ya sabía. Y en ese momento
nuestra dirección cambió.
2.Empresa
Después de un año y medio de trabajo
intermitente, mi alumno espontáneamente decidió que ya era hora de sacarle un
rendimiento real a las clases. Durante el descanso que siempre hacemos para
desayunar, me confesó que había ideado un plan para vender los dibujos y
conseguir dinero. La clave de todo estaba en la ropa. Jordi consideraba que
vender originales a buen precio era difícil, más aun para un niño de doce años.
Pero la cosa podía cambiar muy mucho si aplicaba estos dibujos sobre ropa.
-Jordi: Mira, todos los amigos de mi
padre, todos los que vienen a la bodega, llevan camisetas de grupos. Los
dibujos molan, aunque yo estoy pensando más bien en hacer una colección de
camisas. Camisas para hombre, con mis dibujos. Claro, entonces si que podría
cobrar cada camisa a un buen precio. Sino, eso de hacer una exposición, buff,
lo veo muy difícil.
Con la vista puesta en este proyecto, nos
pusimos en marcha y le pedimos a su padre una buena cantidad de los discos que
tiene en la bodega. De Judas Priest a Destruction. Evidentemente bajar a la
bodega con un dibujo recién copiado de una portada de un disco de Metálica, era
obtener un éxito seguro entre la parroquia. Así que Jordi hizo un montón.
Para mis ojos de adulto, la mayoría de las
veces era mucho más interesante la copia que la portada original. A pesar de que
el niño opinase que a su copia se le veían muchísimas imperfecciones y que no
conseguía reproducir nada con la exactitud que habíamos estado entrenando.
Pero ¿por qué motivo me parecían tan
interesantes estos dibujos? ¿qué había dentro? ¿por qué me emocionaba tanto la
visión que tenía este pequeñajo, de toda la iconografía del trash, el harcore y
el metal?
3.Un preadolescente en mitad de enormes inmaduros
Estaba pasando algo muy emocionante que
acaba de comprender y estaba pasando en el lugar adecuado y en el momento
justo.
Tomándome una cerveza y charlando con los
habituales de la Bodega Piñol lo comprendí.
Casi la totalidad de las portadas de los
grupos de metal, death, trash, etc, recurren a una herencia ilustrativa o
pictórica más o menos reinterpretada a modo de collage pop.
Gustave Doré, Piranesi o Goya, están presentes
sin rascar demasiado. De hecho, sería bastante fácil montar una clase de
historia del arte que abarcase del románico al surrealismo, sólo recorriendo
las portadas de todos estos grupos.
Lo demoníaco, lo maligno, el espíritu
violento y destructivo, aparece una y otra vez, como revulsivo o como puro
placer estético. Monstruos que quieren ser aterradores se despliegan por mundos
imaginarios plagados de fuegos y calaveras.
Recuerdo a mis trece años, como me atraía
y me fascinaban todas las portadas de IRON MAIDEN y en especial la del primer disco.
Y desde luego como conecté todas estas imágenes a los comics de la época. De
verdad me parecían escenas y seres a los que temer.
Pero, siguen siendo aterradoras para mi
ahora que tengo cuarenta años?
La articulación del concepto de lo monstruoso
y lo maligno ha tomado otro camino diferente, ha construido una definición
mucho más sofisticada y sutil. Hoy mis
monstruos internos y externos tienen otros nombres y otras formas. La verdad es
que como experiencia estética, entre mirar las ilustraciones de un disco de
Slayer y leer la denegación de un crédito, o un informe médico negativo, es
evidente cual es más terrible.
El mundo del heavy metal es de fondo
inocentón y naïf en su búsqueda de lo sublime, lo mágico o lo terrible. Y la
verdad es que como adulto es un placer pasearse por este espacio mental tan
oscuro y distorsionado como benigno. Y yo diría que es incluso necesario exorcizar
todo lo dolorosamente abstracto que nos ocurre, dándole una forma concreta, una
forma dentada, arácnida o cornuda a la que poder mirar a los ojos, escupir,
arrugar y tirar a la basura.
Mirando los dibujos de Jordi y las
portadas originales, con los amigos de la bodega, me di cuenta de que todos
leían las imágenes de forma diferente a la mía y exactamente igual que Jordi.
La mayoría de los adultos que frecuentan este garito son amigos desde la
adolescencia, son todos o casi todos Heavys de cuarentaytantos, que veinte años
después de finiquitar el grupo en el que imitaban a sus héroes, se reúnen aquí
para beber, fumar y escuchar juntos la música que les gusta. Y evidentemente se
relacionan con todas estas imágenes de la misma forma que entonces, o casi.
Yo diría que hacen una lectura literal,
exactamente la misma que hace Jordi.
Pero hay una diferencia, Jordi es un niño.
Un niño que dibuja.
Lo que hacen especiales estos dibujos, lo que comunican, lo que
desvelan es en definitiva la inocencia que hay detrás de todos estos monstruos,
la ternura que emanan todos estos tipos duros llenos de pinchos y clavos, y eso
que comunica el heavy metal en general que es tan difícil de definir: quizá una
mezcla de simpleza, honestidad y fortaleza.
A ninguno de los hombretones de la bodega
les gustaría reconocer semejante lectura.
Sólo un niño de doce años es capaz de
dejar desnudo el decorado interno, el guiñol de juguete que hay detrás cada
portada macabra. Los libros de texto escolares, desde la década de los ochenta
hasta ahora, tienen que estar plagados de auténticos ejercicios inconscientes
de representación emocional, pura, sincera, directa.
Los dibujos de Jordi desarman una “dureza”
que es casi de broma. Él era en ese momento la herramienta adecuada para
explicar todo esto. Por tener los años que tenía y por estar inscrito en el
circulo satánico del vermuth con sifón.
Eso es lo que me emocionaba tanto de este
ejercicio de nuestras clases y no conseguía localizar al principio. De todas
maneras, toda esta visión es mía y no de Jordi. Esta es mi articulación adulta
y nada tiene que ver, o muy poco con la suya. Aun hoy me pregunta “pero Rafa,
por que te gustan tanto estos dibujos, están bien, pero claro, los originales
son los buenos…”
3.Conquista
Durante un desayuno con Sebas, mientras
preparábamos la exposición, me planteó una pregunta directa y delicada que me
tocó responder con honestidad:
-Sebas: ¿Cuánto hay de ti en su trabajo?
¿Hasta que punto tu no guías e influyes para que él ejecute este resultado?
Quiero decir, Rafa, tenemos que ir con cuidado, por que estamos trabajando con
un niño de trece años, y tenemos que saber que le estamos ofreciendo a él, y
que es lo que le estamos ofreciendo al público. Me entiendes? que eso de un
“artista de trece años” es muy epatante, pero buff.. Hay que hacer algo bueno
de verdad y honesto con todos.
Menudas preguntitas, el galerista…
Pero, en fin, si haces una apuesta fuerte,
pues tienes que sostenerla. El Heavy es así.
Esta es quizás la parte más importante de
la pedagogía del arte. Bajo la enseñanza de una o varias “técnicas” que el
profesor te muestra, con ejemplos y praxis, muchas veces se esconde un contrato
de imitación que es nocivo para el desarrollo del alumno.
Mis clases van dirigidas siempre paralelamente
en dos direcciones igual de importantes: 1. Dotar al alumno de las herramientas
necesarias para expresarse. 2. Acompañarlo en la búsqueda de su propia voz, de
la comprensión interna de su mensaje vital.
El segundo punto requiere silencio por parte
del profesor. Silencio y presencia. Tú estás ahí con el único propósito de
sostener al alumno cuando crea que se desequilibra, cae o no acierta. Pero es
él, el que traza el camino y toma las decisiones. Es él el que decide a que
juego estamos jugando y cual son las reglas. Así ocurrió con Jordi.
Imaginar un juego en el que siempre ganas,
si así lo decides, por que eres tú quien pone las reglas, tienes infinitas
partidas y tú decides también cuando comienza o termina. Eso es el dibujo. Pero
lo más difícil en general para todos, es reconocer que ese espacio existe y te
pertenece de modo natural, solo por haber nacido. Asumir en definitiva tu
propia libertad es lo que más cuesta.
Cuando conectamos con Sebas, el trabajo de
las portadas de discos estaba prácticamente terminado y además, como
herramienta para seguir enseñando a mi alumno ya había dado de si todo lo que
podía. Eran necesarios nuevos trabajos, en un formato grande, para la
exposición. Esa fue la excusa perfecta para “salir” de la tinta china y ampliar
el territorio iconográfico. Como los intereses de Jordi continuaban siendo la
energía y discurso de lo grotesco, violento, maligno tampoco costaba mucho
seguir por fuera del mapa de lo conocido, puesto que ya teníamos un vehículo,
un poco trash, pero vehículo al fin.
Esta vez no había copia, ni disco, ni
composición a la que agarrarse. Todo podía estar bien o mal y sólo dependía de
su juicio. Aquí es donde este niño creció. Aquí es donde me explicó para qué
estábamos haciendo clase y cual era el objetivo.
Al llegar a mi taller, se acercaba siempre
a mi biblioteca y elegía cuatro o cinco libros y los esparcíamos por el suelo.
Poníamos música y cada uno trabajaba en su papel, vigilando de vez en cuando lo
que hacia el otro. Casi siempre combinábamos una actitud rigurosa y descriptiva
en un formato grande y paralelamente abríamos un espacio de dibujo mucho más gestual
y rápido. De esta manera refrescábamos la mente de uno y otro esfuerzo. El
resto, ocurría con naturalidad: el diseño del espacio, el contenido, los
colores, la técnica, etc.. todo sin hablar mucho, pero muy pendientes los dos
de si estábamos vibrando con el dibujo o comenzábamos a desconectar.
En una o dos horas, las dos actitudes se funden
y ya no reconoces cuando estas priorizando el gesto o la observación. Ese era
el momento de subir el volumen de la música y buscar la energía en el papel, el
momento de dejar de “pensar” y sólo ver que las manos se mueven y comienzan a
aparecer formas a las que sigues, y no al revés. Nunca entramos el uno en el
papel del otro, pero desde luego era fácil ver que nuestra forma de enfocar el
acto del dibujo se parecía a pesar del salto de edad y formación. Los dibujos
grandes producidos en este estado de euforia son los que están expuestos y son
de una contundencia y seguridad muy diferentes al resto. Esas sí son obras
absoluta y completamente conscientes y respecto a ellas da igual lo que yo
diga, contextualice o interprete. Son.
Un día, en mitad de una clase, aparecieron
dos amigos de Jordi, Marcos y Juan. Se habían enterado de que arriba (mi casa
esta sobre la bodega) se estaba cociendo algo que parecía divertido.
Los dejé pasar sin preguntar nada. Tampoco
ellos lo hicieron. Entraron en la sala donde Jordi dibujaba de rodillas en el
suelo. El resto de la casa estaba llena de “enciclopedia británicas” rebozadas
en tinta. Yo seguí montando una animación sobre la que estaba trabajando a
partir de recortes de periódico. Cada cual se puso a lo que el creyó que era lo
suyo. De hecho los niños no se dieron cuenta, pero no sólo estaban haciendo
clase, sino que estaban decidiendo “qué era hacer clase”. Marcos acepto la
cámara y se puso a grabar lo que le parecía y Juan se ofreció para ayudarme con
los recortes de periódico. Primero sólo seleccionaba colores, los que yo le
pedía. En media hora se animó a sugerirme distintas combinaciones. Y en una
hora me propuso añadir pájaros. Había comprendido y asimilado la técnica y
comenzaba a tomar decisiones creativas. Mi trabajo comenzaba a virar hacia un lugar
desconocido y emocionante gracias a sus aportaciones. Y todo sin dar ni una
sola pauta por mi parte.
Jordi seguía a lo suyo y Marcos jugaba a
ser reportero de todo. Fue una clase fantástica, que me confirmo lo que intuía:
hay que aumentar la confianza en los alumnos para que estos den rienda a su
potencial, sin ni siquiera plantearse si pueden o no. De verdad que el
resultado es una pura fiesta!
En algún momento Juan le pidió a mi alumno
que le enseñase todo el trabajo que habíamos hecho hasta entonces. Jordi así lo
hizo y el otro niño se atrevió al cabo de un rato a emitir un juicio de valor:
-Juan: Algunos están muy bien hechos y se
parecen mucho a los originales. Quiero
decir que son buenos. Esos (y aquí señalaba los grandes sin tema reconocible)
son más raros y no los entiendo muy bien.
Jordi contesto un muy educado: si ya,
algunos están bien. Y me miro de reojo con complicidad.
Para mi sorpresa, al irse los otros niños,
Jordi se me acercó como para tranquilizarme y me dijo:
- No todo el mundo está preparado para
entender lo que tú y yo hacemos, Rafa. Mi amigo mira los dibujos y sólo busca
si se parecen o no a lo dibujado.
HOSTIA PUTA! SAGRADO MOTORHEAD!!!!! Este
pequeñito era plenamente consciente de mi trabajo y sabía, entendía y
disfrutaba lo que estábamos haciendo.
Este fue mi mejor premio y el momento que
más disfruté, porque significaba que todo había ido en la dirección correcta.
Unos días más tarde, durante otra clase,
apareció otra vez Juan en busca de más
diversión. Esta vez me dirigió una pregunta muy concreta:
-Juan: ¿Pero, tú exactamente qué le
enseñas, por qué nunca le dices nada de lo que hay que hacer?
-Rafa: Bueno Juan, esto no es como en la
escuela. Es un poco diferente.
-Juan: Ya, ya lo he visto.
-Rafa: Nosotros buscamos dibujando lo que
es de Jordi. Lo que sólo le pertenece a él y solo él sabe y puede explicar.
-Juan (mirando los dibujos con la cara
iluminada y en tono sincero): Ah… vale, ahora lo entiendo.
Pd: https://vimeo.com/44816883